Sacha Baron Cohen vuelve a la carga con una comedia cafre, vulgar y de gusto más que cuestionable, pero sumamente efectiva. Puro caviar no apto para puritanos.
En contadas ocasiones, los tópicos sobre el oficio del cineasta pasan de la mera trivialidad a convertirse en axiomas irrefutables, siendo uno de ellos el que enuncia que la comedia es, sin lugar a dudas, el género más complicado de realizar satisfactoriamente.
Conseguir arrancar una sonrisa —ni qué decir una risotada— a un público cada vez más impasible se ha convertido en una ardua tarea que sólo unos pocos y variopintos elegidos a lo largo de la historia, tocados por el don de la comicidad y la brillantez, cada uno a su manera, como Woody Allen, Peter Sellers, el maestro Billy Wilder o Louis de Funès, han podido lograr.
Haciendo retrospectiva sobre su historia más reciente, pocos han sido los nombres que han sonado desde principios de siglo como grandes exponentes del género, siendo Sacha Baron Cohen uno de los más notorios encargados de tomar el relevo generacional de Jim Carrey como máximo exponente de la comedia, constando en su filmografía hilarantes cintas ahora consideradas de culto como “Borat” (Larry Charles, 2006), y dejando un legado de personajes ahora icónicos salidos del catódico “Da Ali G Show” (2003) que le vio nacer como humorista.
La última locura de Cohen abandona el formato pseudo-documental dominado en muchos momentos por la improvisación de “Borat” y “Brüno” (Larry Charles, 2009), y se mete de lleno, de la mano del realizador francés Louis Leterrier —responsable del horrendo remake de “Furia de Titanes” (2010)—, en el sobresaturado mercado de la parodia del cine de espías con “Agente Contrainteligente” —terrible adaptación del título original “Grimsby”—; una apuesta que, huyendo de la repetición, se desmarca de cintas congéneres como “Espías” (Paul Feig, 2015), “Operación U.N.C.L.E.” (Guy Ritchie, 2015) o “Kingsman: Servicio Secreto” (Matthew Vaughn, 2014), mediante una apuesta para adultos que terminará polarizando a crítica y público, cosechando críticas devastadoras y sonoros aplausos por igual gracias al empleo de la escatología más brutal, el mal gusto y lo políticamente incorrecto como catalizadores del humor.
“Agente contrainteligente” sacando nuestro adolescente interior
Si algo merece todas y cada una de mis alabanzas hacia “Agente Contrainteligente” es su capacidad para sacar al adolescente que llevo dentro y llevarme hasta el excepcional punto de llorar entre carcajadas en un patio de butacas. Sus notables secuencias de acción, la carga de salvajismo en sus diálogos, lo cafre del repertorio de gags en los que el virus del SIDA, las cavidades anales, el sexo oral incestuoso y los penes de grandes mamíferos están a la orden del día, y un Mark Strong fantástico en su papel de perfecto espía internacional manteniendo la compostura entre tamaña ristra de enajenaciones varias pasadas de vueltas, son sólo unos pocos ejemplos de los numerosos aciertos de un filme cuya mayor bondad radica en su capacidad de reconocer su naturaleza precoz y descerebrada, y que hará las delicias de todo espectador cuyo vocabulario no conciba palabras como mojigatería o puritanismo.
Las comparaciones son odiosas, y no pretendo equiparar en ningún momento a genios indiscutibles como los mencionados al inicio de este texto, ni a su trabajo —Dios me libre—con la obra de Cohen o la divertidísima “Agente Contrainteligente”, pero haciendo un ejercicio de honestidad, hay que reconocer que, aunque nos encante una buena mariscada, o el caviar más delicioso y refinado del mundo, pocos hemos podido resistirnos a los encantos de una hamburguesa procesada de alguna cadena de comida rápida: chabacana, vulgar, grasienta y de consumo rápido, pero que deja un sabor de boca digno del más suculento de los manjares.
Dicho esto, podría parecer que “Agente Contrainteligente” es uno de esos placeres culpables, pero nada más lejos de la realidad; es un placer en toda regla.
Frases destacadas
- Nobby: You can’t hurt us, we’ve got bulletproof glass!
- Nobby: I can make my balls look like Sir Ian McKellen.
- Nobby: How about a kiss? Not on the lips, I’m not from London.
- Lindsey: I’m not pregnant, I’m just fat.
- Agent Sebastian Grimsby: You can suck my scrotum or let me die.
- Lindsey: You are not useless. Who’s the man who can get me pregnant without even waking me up?
- Nobby: I understand why you love guns so much. I mean it completely detaches you from the guilt of your actions.